En una época en las que los drones están tan de moda, tanto como hobby o, en mi caso, como línea de negocio, volar de verdad es todo un evento. Me paso horas probando mis nuevos sistemas de realidad virtual, navego en barco, piloto cazas de combate, visito museos y hoteles virtuales, entro y salgo de edificios y me muevo entre espacios tridimensionales como Pedro, bueno, en mi caso, como Paco por su casa.
Tanta realidad virtual y tanta realidad aumentada hace que a veces no tengamos los pies en la tierra, o en el aire, de verdad. Así que en las últimas fechas me he dedicado a trabajar en proyectos que, mira tú por donde, requerían subirme a diversos cacharros voladores, flotantes, o rodantes; así como quien virtualiza un piso me propuse realizar mis nuevos prototipos de realidad virtual con contenidos diferentes, desde un punto de vista del pasajero, o del copiloto, o del conductor, o del capitán de un barco, un vehículo a motor, un parapente, un helicóptero o una avioneta.
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