Las vacaciones de este año las cambié por una apuesta de futuro. Las dediqué a ir a Barcelona a recibir cursos de formación de profesionales a profesionales. He tenido la oportunidad de conocer a varios de los grandes cerebros que han dado a la Ciudad Condal un nivel y un nombre en lo que a gastronomía se refiere.
La idea de este post nace tomando una horchata con el chef Tony Botella en una calurosa y lluviosa tarde en Badalona. Me preguntó que cómo es que en Tenerife sólo hubiera dos establecimientos con estrella Michelín, a razón de la oferta turística y gastronómica con la que contamos. La verdad es que está algo descompensada la proporción, pero sí esas dos estrellas Michelín nos iluminan y nos identifican: una lleva nombre japonés y la otra nombre vasco. Afortunadamente tenemos estas dos, podría suceder que no tuviéramos ninguna. Por eso desde aquí felicito a los responsables que supieron apostar por ese paso de calidad con el que la isla de Tenerife se hace un hueco en la histórica lista de los mejores establecimientos de restauración. Todo un honor para los canarios.
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