Me apasiona el chocolate. Son varios los post que he dedicado a este producto increíble, rey de la repostería (El incierto futuro del chocolate; Pepe Isla, la evolución del crecimiento; o Morir de éxito: gran verdad (I)), y no me cansaría nunca de experimentar con este oro negro gastronómico.
He leído mucho últimamente sobre su origen, que se remonta, según las fuentes que he consultado, a 1519, cuando Hernán Cortés llega a México y conoce a través de los aztecas este producto obtenido del cacao. En esos momentos el cacao se consumía de manera líquida y no es hasta 1527 cuando se produce la llegada del cacao a Europa.
En aquellos tiempos era solo un producto apto para las clases altas de la sociedad y pasó a llamarse ‘cacao a la española’, al que se le añadía vainilla y especias con el fin de producir en él una fermentación y la aparición de un sabor más agradable y digerible, pues hasta entonces era un producto tremendamente amargo, aunque con grandes propiedades.
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