Si hay algo que caracteriza al turista del siglo XXI, de forma general, es el uso que hace de la tecnología. Gracias a las TIC es un turista más informado, más exigente, menos fiel, quiere la información al instante y está en permanente contacto con su entorno, lo que lo convierte en un ‘turista social’ gracias al continuo intercambio de información en las redes sociales.
Esto es desde el lado de la demanda, pero ¿y desde la oferta? El sector turístico –y especialmente el hotelero– ha sido históricamente un privilegiado por poder contar con información avanzada del perfil de los clientes (nombre, nacionalidad, edad, gustos de consumo, nivel de gastos, grupo familiar, actividades preferidas, qué hace en el destino…), algo que no ocurre en el resto de actividades. Hasta ahora el problema estaba en poder recopilar, analizar y extraer conclusiones relevantes de esta información para la toma de decisiones empresariales, es decir, en procesar toda esta ingente cantidad de información transformándola en algo útil.
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