Siempre escuché que Puerto de la Cruz fue en los años 60 lo que Marbella es en la actualidad: la capital del lujo y el glamour. Sin embargo, el nivel no se mantuvo y el municipio pasó de ser el destino turístico de referencia a convertirse en un destino pasado de moda y abandonado.
La pregunta entonces era clara: ¿Por qué don Justino Pérez, dueño de Beatriz Hoteles, decidió fijar su nuevo hotel en Puerto de la Cruz y apostar por un destino totalmente obsoleto? La respuesta, cuatro años después de mi llegada a la isla, es más clara aún: enseguida supo ver que el Puerto y su gente tienen un encanto especial y que tarde o temprano este destino resurgiría de sus cenizas.
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