Entre los charcos cristalinos en las inmediaciones de los apartamentos Europe de Puerto Santiago, una feliz y risueña niña de tres meses chapoteaba fascinada por el brillo de aquel maravilloso rinconcito cercado por los majestuosos Acantilados de Los Gigantes, enclavados en la parte más occidental de la isla de Tenerife. Han pasado casi cuarenta años desde entonces, así como numerosas vacaciones estivales junto a la familia. El desarrollo y transformación de aquel idílico entorno quedaron grabados en la retina de aquella niña.
Algunos años más tarde, allá por los 90, recuerdo la época de esplendor de una de las zonas turísticas más atrayentes de la Isla, que congregaba a cientos de miles de turistas foráneos y residentes canarios, cautivados por la belleza paisajística, la pureza de sus playas y su extraordinario clima seco, siendo el lugar que más horas de sol recibe durante todo el año.
Puedes seguir leyendo AQUÍ