Muchas veces voy al supermercado por estas fechas y observo las toneladas de alimentos que todos compramos sin sentido en muchas de las ocasiones. No nos damos cuenta de cómo una tradición se va desvinculando cada vez más de su sentido religioso. Compramos en muchas ocasiones por encima de los precios que normalmente encontramos por los mismos productos acabadas estas fechas y en muchas ocasiones compramos el género en el peor momento, como es el caso de los bogavantes, que en invierno, debido a la bajada de las temperaturas su carne se reduce a la mitad y su precio se duplica, mientras que en verano están cargaditos de carne a un precio estable.
¿Se han parado a pensar por qué nos venden en muchas ocasiones el marisco ya cocinado? Muchos dirán que bueno, que así no tendremos que ensuciar el caldero para cocinarlo; que bueno, que en el mercado nos facilitan las cosas y curiosamente algunos euros más baratos que cuando los compramos crudos. ¿Por qué? Recuerdo ver precisamente los bogavantes cocidos a 9 euros la pieza.
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