Aprovechando el pasado periodo vacacional de algunos amigos y compañeros de profesión, un día quedamos algunos para desayunar y optamos por ir a unos de los centros comerciales del sur de Tenerife. A veces pienso si es que todo me pasa a mí o si soy el único que se fija en estas cosas. Lo cierto es que nos pedimos para tres personas lo siguiente: 3 focaccias, un zumo de piña, un café corto y un zumo de naranja. La forma en que nos sirvieron y lo que sucedió con la comanda se lo relato a continuación.
Vale que el café se le puede caer a cualquiera, aunque sea un reconocido profesional, no somos máquinas programadas antierror pero… es que no era corto, era reducido. Eso sí, comentamos que estaba bueno.
El zumo de naranja me preocupé de que fuera natural. Que presentara esas hebritas de la pulpa de la naranja todas iguales y del mismo tamaño no quiere decir que sea recién exprimido. Hoy en día las marcas que comercializan este tipo de zumos los elaboran mezclando el elemento líquido con esas hebritas deshidratadas que, al contacto con el líquido, se hidratan de forma que el resultado en boca simula un zumo recién exprimido. Bebo zumo de naranja cada mañana y para esto tengo un sensor bastante afinado. De todas formas, creo que algunos piensan que pueden mezclar este zumo con el recién exprimido y natural, consiguiendo un sabor aceptable a bajo coste.
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