En estos tiempos asistimos a una moda muy ‘trendy’: el comercio colaborativo. Las nuevas plataformas usan esta piel de cordero para sacar pingües beneficios, metiéndose en la cabeza de los consumidores con las mal llamadas nuevas corrientes de consumo que, hablando en plata, solo son lo mismo pero a la mitad de precio.
Siempre ha habido gente que prefiere el apartamento al hotel y siempre ha existido una normal y legal convivencia con esa actividad. Ahora, las grandes multinacionales que impulsan el alquiler vacacional han convencido a la gente de que no está de moda que te limpien la habitación o te atiendan en recepción, sino que es mejor irse a una vivienda en un edificio lleno de vecinos sin apenas control, sin accesibilidad, sin servicios… En realidad, la mayoría de la gente que opta por esta fórmula lo hace exclusivamente por una razón económica. Pues nada, montemos bares en terceros pisos de residenciales y talleres en azoteas.
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