Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. Me encontré esta frase la semana pasada, mientras buscaba algo que desayunar. La frase estaba encima de la mesa, tan tranquila, como esperando sin mucho convencimiento una reacción por mi parte. Hay que cobrar tasas a los turistas por visitar los parques nacionales. Al principio no sabía qué hacer. Es decir, no sabía si congelarla para la cena o comérmela en ese mismo instante. Finalmente opté por zampármela allí mismo, de pie en la cocina y a palo seco. En mi defensa diré que era lo único que tenía a mano para mitigar el hambre. Aunque, ya que estamos, también admito que no pude digerirla bien. De hecho, me costó lo mío masticar el primer infinitivo. Y es que la ‘c’ de cobrar se me quedó enganchada entre los dientes y no fue fácil tragármela. La sensación fue de comer algo caducado o muy seco. Eso sí, pude con toda, con las doce palabras. No quedaron ni las migas.
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